A veces no nos damos cuenta, pero seguimos esperando.
Esperamos que nos reconozcan, que nos elijan, que cumplan esa promesa que nuca llego.
En esa espera se nos va la energía, el deseo, la vida.
Desde la Terapia Gestalt, entendemos que esta forma de estar- aunque hoy nos duela- tuvo sentido. Fue una manera de adaptarse a vínculos que, en su momento, ofrecían amor solo a cambio de obediencia, sacrificio o silencio.
Esto configura un contacto confuso: una manera de vincularnos en la que los propios límites se vuelven borrosos. Respondemos a lo que el otro necesita, incluso si eso implica desconectarnos de nosotrxs mismxs. El deseo propio queda postergado, en pausa, como si en algún momento alguien fuera a darnos permiso para habitarlo.
Y aunque duela, también se vuelve adictivo. Porque en el fondo, esperar nos hace sentir importantes. Nos mantiene en la ilusión de que si hacemos un esfuerzo más, el otro va a vernos, elegirnos, amarnos como necesitamos.
La espera cansa, frustra, enferma. El cuerpo es el primero que dice: ya no más.
El acompañamiento terapéutico acompaña con respeto la toma de conciencia, para que puedas empezar a elegir desde otro lugar.
Conectar con tú deseo, tú cuerpo, tú presente. Darte cuenta de como te vinculas. Desde ahí, construir algo distinto.
¿Sentís que algo de esto te resuena?
Tal vez sea momento de dejar de esperarlo afuera y empezar a encontrarte adentro.
Sí buscas un espacio de acompañamiento cálido y comprometido con tú proceso, te invito a tener una primera sesión.
Te mereces una vida donde tú deseo ya no tenga que esconderse.
Eleonora Adeff
#salud mental #desaprenderparacrecer #procesoterapeutico #despertaremocional #terapiaonline
Texto de ejemplo